La Joven

Un tanto desesperada, un poco aburrida, algo enferma, pobre de mí y de mi mente, de mis ideales, de mis fantasías y de mis miedos. Cuál será el precio que debo de pagar por tener una vida más libre y sin miedo, sin tener pesadillas y creencias vanas. No debo de tener la menor idea de mis anhelos de mis creencias, tal vez debo de disidir de todas mis doctrinas. Tal vez debo de fugarme al mundo que tanto he soñado, aún así, ni mis quimeras me alejan de mi devasto pasado lleno de argumentos y excusas.

La vida se me escapa en cada suspiro, cada noche, cada atardecer, cada mirada que te dejo a ti, la vida. No puedo atar lo que dejo atrás, más lo que no quiero, siempre se amarra a mi vida. Cada vez muerdo las ataduras que encierran mi mente, debato con mi espíritu y libero a mi alma. Lleno mi vida con virtudes que no se de donde las saco, pero por lo menos, aún me tengo cuerda y firme a mis tendencias. Mis deseos se han vuelto vulnerables a cambiar cada vez que mi cuerpo lo pide, aunque no se vea bien, mis dedos y mis manos no se pueden atar a una sola variedad.

No creo haber sido una excepción, pues soy solo una joven con ganas de sentir, de descubrir, de amar, de saciar su sed. Tocar las mentes de los demás es mi mayor auge; mi cuerpo no es más que la figuración de un ser viviente, más mi energía es la obra real de una pieza que ha sido transformado y moldeado por la sociedad.