Vago por naturaleza

Yo empecé a desenraizar mi vida de la patria querida, y las mantuve húmedas dentro de un frasco con agua; donde chapoteaban de sueños y de metas. No lo niego, cada atardecer y amanecer me traía cierta melancolía que la combinaba con un poco de alcohol y nicotina. Sucumbía de la rareza de las memorias, que atormentaban el alma y purificaban la mente. Yo saciaba cada dolencia con enmarcar mis pensamientos en un papel mientras mis ojos saboreaban las nuevas tierras, cada vez me sentía más lejos a lo que se le llama HOGAR. No me arrepiento, no me malinterpreten, digo pues, que sería más fácil manear esa histeria que acompaña a la melancolía y extasiarse aún más con el presente y mirar así aquel cielo azul que se presenta en mi hogar y en mi acampar.